A Silly Poem
Sé de un lugar en donde viven miles de seres
indeseables
Quienes regurgitan cadáveres de otros seres
A quienes, previamente,
Les han arrancado los ojos mientras soñaban
ser FELICES.
Pero los FELICES
Son los más indignos:
Ellos han devorado ya los cadáveres de
quienes los devoran
Y es muy probable que se hayan ido a dormir
FELICES
Con los estómagos llenos de vísceras humeantes
y FELICES
Vomitando sangre FELIZ
Como en una propaganda.
Pero, como se sabe,
Como todos sabemos,
En algún momento,
En algún lugar,
Todos
Estaremos muertos..
Then I felt worse than ever
Recuerdo que alguien creía
que si veía venir un tren
entonces, ese tren, no era más ese tren
sino una especie de nube de paisaje ecuestre
inmóvil
pero ya ida
incluso con todos sus tentáculos
porque no podía estar presente ahí porque ahí
venía un tren
y no era cuestión de creer en algo que no existe
como, digamos, el mundo que hacemos en
medio:
sino de creer que ese tren que no estaba que
venía era también esa nube
que tampoco estaba porque ya estaba yéndose
y no se movía sin embargo de
ningún lugar .
En medio
nosotros
en medio
no podíamos ser nosotros.
Por eso lo recuerdo
antes de que suceda
y no podamos sernos otros.
Carta para Estela
Me contaron que estuve muerto, Estela.
No sé cuánto tiempo,
creo que un año o dos.
Veía la Rosa de los Vientos
clavada en mi frente,
girando en dirección a ninguna parte.
Me parece que había engendrado el Caos,
pero no estoy del todo seguro.
Había un abismo entre yo y yo,
y un puente de madera,
así, sin ojos,
un resquicio de mundo,
una demora innecesaria.
Las luces estaban apagadas
y los planetas explotaban como mandarinas.
Y era de día en todo el Universo.
Y salía sangre,
mucha sangre, Estelita.
Como cuando alguien va a nacer,
como cuando alguien va a morir.
El yacaré que devoraba el alma
de mil egipcios, por lo menos,
debe haber llevado un vestido gris
y una lámpara de lava en el muslo
y varios relojes con la inscripción: «DEUS SIVE
NATURA».
Yo no soy San Jorge.
Pero, Estela,
los malditos pájaros tienen razón:
siempre estuvo todo el Universo,
agreguemos un par de automóviles más,
si te gusta,
pero nada más que eso,
a pesar de nosotros.
Siempre anduvimos errantes,
en el desierto que siempre crecía,
perdidos en la distancia
que separa tus pechos pequeños.
Vía láctea
Raúl comenzó a lustrar su ojo de vidrio
y apuntándolo a sus zapatos
le dijo a a su amada:
?Perdoname, Yenny, pero afuera
hay cien mil lobos babeando sangre
y la noche está un poco fría
y he bebido suficiente leche
para desear degollarlos mañana
o pasado mañana.?
¡Pobre yenifer! Realmente amaba a Raúl:
había estado amamantándolo durante años,
lo había encontrado con el corazón roto,
encima de un pony,
cabalgando a través de un mar fuego.
Era la época en la que a yenny le gustaba
caminar fuera de la casa
porque los mirlos le hablaban
y la distraían de las serpientes.
Yenifer estaba desnuda,
le excitaba ver comó Raúl se lanzaba
sobre cualquier cosa viva,
le brotaba leche de los pechos
y Raúl la bebía hasta quedar ebrio.
Todos los amantes son diferentes.
Pero ahora a Yenifer le dolían los pechos,
los sentía de hormigón
y las lámparas atrasaban
la llegada del ogro,
y Raúl parecía no ofrecerle nada
nada más que esperar
treinta mil años
hasta que el amor volviera.
?Deja que los lobos aúllen,
dentro de la casa
hay miles de insectos,
quieren quitarnos la vida,
hacer que seamos suyos.
ELLOS quieren comerse mis pechos
cuando se caigan.
Hay un mandril riéndose de mi dolor.
¿No lo ves? Está allí, en tu ojo de vidrio.
¿Qué hay en ese hueco en donde lo depositas,
Raúl?
¿Por qué le estás dando más cuidados que a
mi sexo?
¡Cuántas veces entrará aquél mandril
por el hueco húmedo y tibio,
por la vagina que usas para no ver!?
Pero Raúl no respondía,
había una tempestad arrasando su cerebro,
su corazón le pertenecía a Yenifer,
pero el mandril le había hincado los dientes
en su glándula pineal.
No era la primera vez que sucedía
Y Yenifer sabía que se estaba volviendo
adicto a ver todos sus yoes
repetidos en el círculo vicioso.
Al fin, saltó hacia los lobos,
que la devoraron.
Pero no importaba,
ambos sabían
que restarían treinta mil años más
para que le creciesen los pechos
y Raúl admirara
nuevamente
la vía láctea.
Coq au vin
Estaba quitándole la piel a un pollo
cuando comencé a pensar en Abraham
había pasado toda la noche
soñando con perros con máscaras humanas
probablemente porque en el piso de arriba
había un altillo repleto de vestidos tuyos
rasgando la noche
había una pintura de una hiena
sorbiéndote a través de un tubo de cartón
es difícil explicar qué sucede
cuando el murmullo no cesa
jamás te lo perdonaré
hendí la cuchilla en el tórax del cadáver
era demasiado tarde para ser comido
la angustia me había estado estrangulando
a uno, dos, diez pájaros de distancia
pero respiré
ya no sentía dolor
agonizante, recordaba
no haber jurado nada acerca de mi perro
y sí haber penetrado más de una vez tu cuerpo
y haber sido devorado antes de que todo esto
fuera cierto.
Poema número seis
Soñé con un resplandor
con ese sol violento e inmediato
que precede al estruendo
que precede al acostumbrado
tiro en la nuca
que nunca llegó
después de ese sol
con un agujero negro.
Pero no había movimiento
en ningún espacio respirable.
Sino un remolino
que succionaba-expulsaba
una fuerza inversa
a otra precedente
de a ratos superpuesta
de acuerdo a ningún orden ni ley,
a la mera turbulencia.
En la ausencia de espacio
duraba inmóvil,
observando un clítoris pequeño,
hermoso y lúbrico
como jamás vi o pude haber imaginado,
una presentación única y espontánea.
Sentía, pensaba, carente de razón,
que algo se me asomaba
por el lóbulo parietal derecho:
una ventisca, un chubasco, no lo sé.
No lo supe entonces,
no lo sabré jamás,
sólo había tiempo
sin que me fuera mensurable.
Concedo a quien sea o haya sido
la voz que me dijera que
después de ello
no habría retorno a mí mismo
porque la intensidad,
imposible de ser vivida por alguien,
inseparable de la inmediatez,
era todo el caos,
bello sin embargo,
pasmosamente bello
como ese clítoris único,
nihilizante,
zen,
porque no lo hubo:
hubo, sí,
el vértigo
y el clinamen
y nada más
que su repetición eterna
Nachtmusik
Abrí los ojos,
dijiste:
«en plena noche
sobre el mundo en blanco
nuestros plexos solares irradiaban
la piel del tiempo
los innumerables poros
que nos cubren
expelían,
no un humor,
sino la luz
que nos aspira
que nos repite
que aspiramos
que repetimos;
y ya contraídos
ya laxos
éramos-seremos,
porque irradiados
alimentados de vacío
frenéticamente
hacia-atrás-hacia-adelante-hacia-adelantehacia-atrás
invaginados en él
estallamos
como estrellas microscópicas
hechas de murmullo, murmullo, murmullo,
sólo murmullo.»
Yo ví
con mis propios oídos
en la vibración de tus labios
en la música de tu lengua
tres conejos negros
sobre una nube ocre
soplando Nachtmusik
a través de tres enormes navajas;
pero no eran ellos los músicos,
sino millones de polillas enloquecidas
que aleteaban todo el caos en sus bocas
y nosotros
entrando y saliendo
de afuera en afuera
ayer-mañana.
Eso fue el cosmos
y nada más.
A Silly Poem
I know of a place where there live thousands of
undesirable people
Who regurgitate the cadavers of other beings
Who they had previously
Gouged out the eyes from while they were
dreaming they were HAPPY.
But the HAPPY ONES
Are the most despicable ones:
They have already devoured the cadavers of
those who devour them
And it is very likely that they had gone to sleep
HAPPY
With their stomachs replete with reeking entrails
and HAPPY
Vomiting HAPPY blood
Like in a commercial.
But, as it is well known,
As it is well known by all of us,
Sometime,
Somewhere,
All of us
Shall be dead.
Then I felt worse than ever
I remember that somebody believed
that if he saw a train come,
then that train was no longer that train
but a sort of cloud of equestrian landscape,
motionless,
but already gone,
even with all of its tentacles,
because it could not be present there because
there was a train coming
and it was not a question of believing in something
that does not exist
such as, let’s say, the world we create in between:
but to believe that that train that was not there
and was coming was also that cloud
that was not there either because it was leaving
and yet did not move from
nowhere.
In-between
us
in-between
we could not be us
That’s why I remember it
before it happens
and we cannot be our others.
Letter to Estela
They told me I was dead, Estela
I don’t know for how long,
I think a year or two
I saw the Compass Rose
stuck in my forehead,
rotating toward nowhere
I think I had fathered Chaos,
but I’m not completely sure
There was an abyss between I and I,
and a wooden bridge
just like that, eyeless,
a chink of world,
an unnecessary delay.
The lights were off
and the planets were exploding like tangerines.
And it was daytime in the whole Universe
and blood was oozing,
A lot of blood, my Little Estela.
Like when somebody’s going to be born,
like when somebody’s going to die,
The yacaré that used to devour the souls
of a thousand Egyptians at least,
must have worn a grey dress
and a lava lamp around it’s thigh
and several watches with the inscription:
«DEUS SIVE NATURA»
I am not Saint George
But, Estela,
those damned birds are right:
the whole Universe was always there,
let’s add a couple more cars,
if you like,
but not more than that,
Despite us.
We’ve always been wandering,
in the ever-growing desert,
lost in the distance
that spans your small breasts.
Milky Way
Raúl started to polish his glass eye
and aiming it towards his shoes
told his lover:
«Forgive me, Yenny, but outside
there are a hundred thousand wolves drooling
blood
and the night is a bit cold
and I have drunk enough milk
Not to wish to cut their throats tomorrow
or the day after tomorrow.»
Poor Yennifer! She really loved Raúl:
she had been breastfeeding him for years.
Had found him brokenhearted
on a pony,
riding through a sea of fire.
It was the time when Yenny liked
to walk outside the house
because blackbirds talked to her
and took her mind off snakes.
Yennifer was naked,
It aroused her to see how Raúl threw himself
upon every living thing,
milk oozed from her breasts
and Raúl drank it until he got drunk.
All lovers are different.
But now Yennifer’s breasts hurt,
as if made of concrete
and the lanterns delayed
the coming of the ogre,
and Raúl seemed not to offer her anything
else
only to wait
thirty thousand years
until the love returned.
«Let the wolves howl,
Inside the house
there are thousands of insects;
they want to take our lives,
to make us become theirs.
THEY want to eat my breasts
when they sag.
There is a mandrill laughing at my pain.
Can’t you see him? He’s there, in your glass
eye.
What’s there in that hollow where you place
it, Raúl?
Why are you caring for it more than for my
sex?
How many times will that mandrill enter
the wet and warm hollow,
through the vagina you use to avoid seeing!
But Raúl would not answer,
there was a tempest raging in his brain.
his heart belonged to Yennifer,
but the mandrill had sunk its teeth
in his pineal gland.
It was not the first time this happened
And Yennifer was aware that he was becoming
addicted to seeing all of the I’s
repeated in the vicious circle.
Finally, she jumped to the wolves,
who devoured her.
but it did not matter:
they both knew
that thirty thousand more years would have to
elapse
until her breasts grew
and Raúl admired,
Again,
the milky way
Coq au vin
I was taking the skin off a chicken
when I started to think of Abraham
all night long I had been
dreaming about dogs wearing humans masks
probably because on the floor upstairs
there was an attic full of your dresses
tearing the night apart
there was the picture of a hyena
sipping you up through a cardboard tube
it is hard to explain what happens
when the murmur will not cease
I shall never forgive it
I sank the knife into the corpse’s thorax
it was too big to be eaten
anguish had been choking me
at one, two, ten birds of distance
but I breathed
I no longer felt pain
dying, I remembered
not having sworn anything about my dog
but having penetrated your body more than
once
and having been devoured before all of this
were true.
Poem Number Six
I dreamed of a brilliance
with that violent and immediate sun
that precedes the thunder
that precedes the usual
shot in the nape
that never came
after that sun
with a black hole.
But there was no motion
in any breathable space.
But a maelstrom
that swallowed-expelled
a reverse force
to a preceding one,
now and again superimposed
according to no order or law,
to the mere turbulence.
In the absence of space
it remained motionless,
watching a small clÃtoris,
beautiful and lewd
as I had never seen or could have ever imagined
a unique and spontaneous presentation.
I felt, thought, devoid of reason,
that something was coming out
from my right parietal lobe:
a strong wind, a rainstorm, I don’t know.
I didn’t know it then,
I shall never know.
There was only time
without it being measurable by me.
I admit whoever or whatever had been
the voice that told me that
after it
there would be no coming back to myself;
because the intensity,
impossible to be lived by someone,
inseparable from the immediacy,
was all the chaos,
beautiful however,
astoundingly beautiful,
like that unique clÃtoris,
nihilazing,
Zen
And because there was not:
there was, yes,
the vertigo
and the clinamen
and nothing else
but its eternal repetition
Nachtmusik
I opened my eyes,
you said:
in the middle of the night
over the world gone blank
our solar plexus were radiating
the skin of time
the numberless pores
that cover us
were expelling,
not a mood,
but the light
that inhales us
that repeats us
that we inhale
that we repeat;
and once already contracted
already relaxed
we were-we shall be
because radiated as we were
nourished with emptiness
frantically
backward-forward-forward-backward
invaginated in it
we exploded
like microscopic stars
made of murmur, murmur, murmur,
just murmur.
I saw
With my own ears
In the vibration of your lips
in the music of your tongue
three black hares
over an ocher cloud
blowing Nachtmusik
through three enormous switchblades;
but they were not the musicians
rather millions of berserk moths
that fluttered all of the chaos in the hare’s
mouths
and us
coming in and going out
from outside into outside
yesterday-tomorrow
That was the cosmos
and nothing else.