(Del libro: Dejando Santos Dumont  2017)

Olvidé todo para ser fiel a lo imposible; a lo impensado; a aquello que se expresa siendo, siempre, del orden del sueño o de la pesadilla: con imágenes sin palabras o palabras sin imágenes.

****

Balbucear lo imposible.

1.- Lo imposible es el otro en nosotros; esta proximidad que resguardamos de lo demasiado próximo.
2.- Lo imposible excluye toda espera; es puro desenlace, desplazamiento.
3.- Lo imposible no guarda ninguna relación con lo posible; no depende de este último: no es su negación ni su perfeccionamiento. Cuanto mucho, los une una especie de homofonía; es decir, un malentendido que también es una apertura.
4.- Lo imposible es la grieta, allí donde no puede ser significada.
5.- Lo posible no puede determinar lo imposible; pero lo imposible puede habitar, transformar o destruir lo posible.
5.- Lo imposible es la irrupción del otro como otredad; lo Otro que a nuestro pesar nos desborda.
6.- Lo imposible es lo inevitable en sentido estrictamente fortuito.
7.- Lo imposible soy yo, eres tú; cuando decir yo, decir tú, ya no guarda ninguna relación conmigo o contigo.
8.- Lo imposible es siempre colectivo, como agenciamiento; y del orden del deseo, como producción.
9.-Lo imposible es siempre inmanente.
10.- Lo imposible no es eterno ni efímero; es incesante.
11.- Lo imposible es estrictamente relacional.
12.- Lo imposible nada tiene que ver con la mediación o lo inmediato. Es neutro.
13.- Lo imposible es pequeño, imperceptible; el más desapercibido de los acontecimientos.
14.- Lo imposible

***

Cuando retorne, ya no estarás, Penélope; sino aquello que murmuras. Y no seré yo quien vuelva; sino esa voz, que somos y no somos. Lo que vendrá ya no estará determinado por el anhelo. Y eso, quizás, sea nuestro amor.